GOBERNANZA AMBIENTAL Y COVID-19
GOBERNANZA AMBIENTAL Y COVID-19
¿Qué hemos aprendido de esta Sindemia[1]?
Carlos Escudero-Nuñez
Mgtr.
en sociología por el Instituto Superior de Ciências Sociais e Políticas, ISCSP,
Universidad de Lisboa, Portugal. carlos.escudero@up.ac.pa
Resumen
La gobernabilidad es el arte de la buena gobernanza,
en este sentido, la gobernanza ambiental es un requerimiento de las comunidades
y pueblos interesados en un ambiente que respete la participación y el acceso
libre e informado de las comunidades. La pandemia/sindemia, se presenta como un
reto que vulnera los derechos de las personas, sin embargo, la misma no es más
una consecuencia de un modelo de consumo voraz que no se detiene, y al ritmo
que llevamos la humanidad vendrán otras pandemias. Panamá no escapa a esta
realidad, sin embargo, en temas de conservación se ha retrocedido en los
últimos años, la deforestación y la poca sensibilización nos pasaran factura
más tarde que temprano con nuevas pandemias y nuevas crisis.
Palabras
claves
Gobernabilidad,
Covid-19, Comunidades Organizadas, Desarrollo Sostenible, EPI.
Abstract
Governance is the art of good governance, in this
sense, environmental governance is a requirement of the communities and peoples
interested in an environment that respects the participation and free and
informed access of the communities. The pandemic / syndemic is presented as a
challenge that violates the rights of people, however, it is no longer a
consequence of a voracious consumption model that does not stop, and at the
rate that humanity is leading, other pandemics will come. Panama does not escape
this reality, however, on conservation issues it has regressed in recent years,
deforestation and low awareness will take their toll on us sooner rather than
later with new pandemics and new crises.
Keywords
Governance,
Covid-19, Organized Communities, Sustainable Development, EPI.
Introducción
La forma en que percibimos y se desenvolvían las vidas
de manera aparentemente “normal” se detuvo globalmente, las reuniones, la
convivencia colectiva, las expresiones y concentraciones multitudinarias, los
viajes, el comercio global, el tráfico aéreo, terrestre y marítimo se detuvo, la
movilización global “sufrió” un stop. Para Panamá el 09 de marzo 2020,
marcó un hito en la vida de todos y todas, siendo una fecha circunstancial pero
no así determinante, hace 1 año que se declaró el caso uno. A la fecha en que
redacto este artículo 28 de abril, van 6,212 personas fallecidas. Uno pensaría
que como humanos algo así debería crearnos enseñanzas y aprendizajes de por
vida, aprender que existen los deseos y las buenas intenciones, así como las
acciones concretas. Quizás, lo que más hemos aprendido a valorar, es el hecho
de tener “libertad”, aunque esta sea efímera y momentánea, tener el movimiento
ya sea para la asociación para salir a caminar etc., Nos dice de lo esencial
que es el espacio como tal, aunque esta libertad de movimiento en su momento se
habían vuelto peligroso, pero también un valor inestimable que como sujetos
sociales y que en contraste con la situación global implicaría el cambio de
nuestros hábitos y costumbres más normatizadas, costumbres que, si las
analizamos bien, nos han traído a medio mundo adonde estamos, para bien o para
mal, son elementos de una construcción que ha tomado siglos en ese intercambio
biosociocultural desde que la humanidad se ha establecido.
Algunos hechos de esta pandemia han de ser
beneficiosas para los seres no-humanos, como por ejemplo el retorno de especies
a lugares que en otrora habían sido despojados de toda capacidad de soportar
vida, las ciudades comenzaron a coparse de vegetación y miembros del reino
animal albergaban por momentos, cosa que en otras circunstancias era impensable.
Con esto no estoy diciendo que dejemos las ciudades, aunque no sería mala idea
ir despoblándolas, aunque la lógica parece ser lo contrario, ni que nos
volquemos a una vida bucólica ni nada por el estilo. Sin embargo, es indudable que
no nos hagamos la pregunta, o quizás si nos la hacemos en qué sentido la abordamos
¿Será que hemos aprendido algo de esta pandemia/sindemia?, digo, no aprender
algo también es significativamente una enseñanza, aunque un retroceso si lo
medimos en el contexto de un aprendizaje en línea recta y con experiencias
positivas, y es que algo que podría caracterizar al ser social humano, es el
aprendizaje constante, habría que ver de qué forma se han percibido las
diferentes cosmovisiones de la pandemia y si hay un consenso en conjunto sobre
la situación.
Desde que la pandemia/sindemia comenzó, media
humanidad culpaba a unos seres tan diminutos (más pequeños que una bacteria) de
las peores catástrofes sociales, económicas, y hasta políticas de la humanidad.
Pero obviamos (por voluntad) o por desconocimiento que el problema no es, ni
será la existencia de un virus, o bacterias y demás, las cuales han estado por
millones de años en el planeta, y muchas habitan con nosotros, sino que el problema
va más allá y está sujeto al voraz modelo de desarrollo y consumo que devora
todo a su paso, bosques, agua, aire y vidas humanas.
Todo para alimentar una maquinaria que está en contra
de la vida y todo lo que de ella emane. Este artículo está basado en la suma de
hechos que ya han ido ocurriendo a lo largo del 2020 y en “corazonadas” pero
entiéndase no corazonadas de incauto, sino de las que menciona el sociólogo
portugués Boaventura de Sousa Santos en su obra “el fin del imperio cognitivo”,
el cual nos dice que no es suficiente con razonar el mundo, también hay que sentirlo
y que una y otra no van separado ni son antagónicos, sino todo lo contrario se
equilibran. Parecido al “sentipensar” que nos habla Arturo Escobar en su obra “desarrollo,
territorio y diferencia”.
Nuestro proceso nos debe llevar a un camino en donde entender
las prioridades de la participación del sujeto social en la toma de decisiones
a nivel de todos los elementos de poder es de suma importancia, así como poder decidir
y elegir un futuro común, pero también para conocer y sentir, ya que esa
desconexión que por décadas ha provocado el capital, el consumo sin sentido, la
insensibilización de lo más prioritario en la vida humana, es lo que ha hecho que
el capital del consumo sea más fuerte y nuestra conexión con lo que nos rodea prácticamente
inexplicable.
Gobernabilidad Ambiental
Para abordar esta sección quiero empezar por
diferenciar el concepto de gobernabilidad y gobernanza, en el sentido amplio la
gobernabilidad es el arte de la “buena gobernanza” entendiese esto como el arte
de gobernar entre todos y todas con la finalidad de lograr una satisfacción de
los objetivos consensuados entre todas las partes en un contexto en común.
Ahora bien, a nivel institucional la
gobernabilidad y por ende la gobernanza se hace más complejo, ya que implica no
solo ejecutar sino también monitorear, fiscalizar y asumir un buen desarrollo
de las decisiones que se expresen desde las instituciones públicas que tengan a
su haber el rol ambiental, sin embargo, hay que tener en cuenta que la
responsabilidad ambiental no es única y exclusiva de una unidad administrativa
de gobierno, sino que también forman parte las demás instancias que están
vinculadas de determinadas maneras al hecho ambiental. Es una inexactitud desde
los tecnócratas y burócratas del Estado pensar que la cuestión ambiental
debería ceñirse únicamente al ministerio regente, cuando la toma de decisiones
debe ser multisectorial, esa inexactitud se debe en gran parte en la pobre
claridad de lo que implica la gobernanza y las políticas públicas en los
asuntos ambientales.
La gobernanza ambiental casi siempre ha sido
vista y percibida como un elemento accesorio en las agendas de las políticas
públicas, sin dejar de mencionar también que es relativamente nuevo el hecho de
que el tema ambiental y la gobernanza ambiental, así como las reclamaciones en
la justicia ambiental, sean temas de interés colectivo o formen parte de una
agenda de Estado en los países del hemisferio a partir de la perspectiva del
desarrollo. Como mencionara el historiador ambiental Guillermo Castro en una
entrevista que le hicieran la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia
Ambiental, SOLCHA[2],
respecto a “la naturaleza en medio de la crisis y el desarrollo en América
Latina”, Castro en la entrevista deja claro que las reflexiones y críticas al
modelo de desarrollo y la cuestión ambiental habría despegado años después del
famoso informe Brundtland “nuestro futuro común” presentado en 1987, que
planteaba las preocupaciones de los Estados a nivel global sobre el desarrollo
económico y la sostenibilidad ambiental. Sin embargo, añade, que años antes del
famoso informe, en 1980 Osvaldo Sunkel y Nicolo Gligo ya habían presentado una
antología de textos relacionados con autores latinoamericanos titulado Estilos
de Desarrollo y Medio Ambiente en la América Latina, siendo la obra de Sunkel
y Gligo en palabras de Castro una de las piedras fundacionales para entender la
crisis del modelo de desarrollo que hoy en día tenemos no solo en la región
sino en el mundo globalizado.
Es importante tener en cuenta que las
reflexiones por la cuestión ambiental llegan a tomar auge ya entrada la década
del 90 pero no fue sino hasta la cumbre de Río en 1992 que se les dio mayor
impulso a los derechos de la naturaleza, siendo en especial el derecho a que
las comunidades pudieran exigir estar informadas y tener una mayor participación
en los asuntos ambientales que les afectan o impactan[3].
Panamá como país signatario de diversos acuerdos
internacionales no escapa de la realidad, al tener que rendir cuentas ni antes
de la pandemia del covid-19 y menos hoy día. El Ministerio de Ambiente de
Panamá antigua Autoridad Nacional del Ambiente, ANAM, tiene una responsabilidad
emblemática, sin embargo y como mencionaba al inicio del artículo, esa
responsabilidad no es únicamente de una institución vinculada a lo ambiental,
sino una responsabilidad de todas y cada una de las garantes en la ejecución de
políticas, planes y programas a nivel nacional. Sin embargo, al día de hoy sigue
la percepción de una separación desinterés en cuanto a las políticas ambientales
multisectoriales y multiinstitucionales, siendo quizás lo más próximo a estas
las políticas y normativas que rigen los Estudios de Impacto Ambiental, EIA y otros
acuerdos los cuales implican en su proceso y bajo el Decreto Ejecutivo 123, la
participación de las instituciones del Estado en la fiscalización y seguimiento
de proyectos más no así de otras lógicas de participación. La cual deberían
darse en todas las instituciones que cohabitan en el plano gubernativo nacional,
sin dejar de mencionar que dentro de la normativa ambiental mencionada el
instrumento de participación solo se ha limitado a ser una garantía
reglamentaria procedimental, cuando lo que se busca es que las personas quieran
consultar, participar y exigir información transparente de los proyectos que se
estén desarrollando en sus comunidades y corregimientos.
La ley 6 de transparencia y acceso a la
información, viene a ser un mecanismo mediador y un instrumento legal que
cohabita con las necesidades de exigir mayor información y transparencia, el
cual contempla que la información pública debe ser accesible para todo/a
persona interesada en la información concerniente. Por otro lado, recientemente
entro en vigencia el Acuerdo de Escazú el cual busca generar mayor
participación y garantizar la implementación plena y efectiva de los derechos
de acceso a la información ambiental, la participación pública en aquello
procesos de toma de las decisiones en entorno ambiental y sobre todo a la
justicia ambiental
Como país tenemos suficientes normativas y
reglamentaciones respecto a la situación ambiental, pero sin duda lo que se
necesita es hacer que estas normativas se cumplan y así mismo se implementen
los procesos de fiscalización y seguimiento de lo que acontecen en el país y en
la administración ambiental. Ahora bien, los intereses de por medio del capital
transitista, financiero y transnacional han hecho de esto último un reto
abismal, no solo en nuestro país, sino en toda América Latina, “a
menudo las elites han sido consideradas como un obstáculo para la formación de
sociedades democráticas, prósperas e igualitarias […] de igual forma para el
tema de la gobernanza ambiental, “los grupos de elites a menudo se han visto
como un obstáculo para el desarrollo sostenible y para establecer un enfoque
más equitativo sobre el uso y aprovechamiento de los recursos naturales” (Aguilar- Støen y Bull, 2015: 171),
esto lo podemos evidenciar posteriormente en las pugnas en cuanto a la
necesidad de una adecuada distribución de los beneficios ecosistémicos y en el
acceso a recursos como el agua, siendo una situación que en particular por lo
menos en Panamá, país con una historia comercial y económica que ha girado en
torno al proyecto transitista[4] en donde el agua es vista
como mercancía para el comercio global por encima de abastecer a la población
que más lo necesita.
Los
ajustes del capital global frente a las “amenazas” del modelo de producción se
han reconfigurado con nuevas propuesta pintadas de corrientes verdes, o
llamadas economía verde, que se han convertido en los nuevos paradigmas de la “transformación”
eco-frendly, y el Greenwashing, que en el fondo no buscan cambiar
el modelo de consumo sino por el contrario “subsanar” y distribuir entre los
más pobres, los más vulnerables todas las externalidades y secuelas
ambientales, no así entre los grandes emisores y consumidores de contaminantes.
Un futuro con un desarrollo sostenible, solo se hace posible si se logran las
grandes transformaciones sociales y ambientales de forma cónsona con las
necesidades de la población, siendo que no hay nada de sensato ni lógico hablar
de “desarrollo” cuando para crecer se tiene que sacrificar el medio ambiente,
contaminar el agua, deforestar los bosques y vulnerar el derecho de las
poblaciones a tener un ambiente sano y con justicia ambiental. “Bajo el sistema
económico capitalista actual el progreso se ha presentado para la mayoría como
una promesa y nunca algo del “ahora”, ninguna civilización fue tan destructiva,
tecnocéntrica, individualista, materialistas, superficial, egoísta, ecocida y
cínica frente a la desigualdad y a las injusticias sistémicas como la nuestra”
(Reyes, 2020: 11)
Conflictos
por la naturaleza
El capital global no contempla las pandemias
como una amenaza a su ritmo metabólico, aunque esto suene una contradicción
naturalmente, siempre se ha visto que el crecimiento ilimitado del cual
pregonero el capital se ufana, no es más que una gran amenaza a la vida, más no
así al capital. ¿Qué sucedería si un cuerpo social creciera sin límites? moriría
seguramente. Puesto de igual manera pasa con el crecimiento y el desarrollo
ilimitado, como un reloj con explosivos. Marx llama a esto “metabolismo
hombre-naturaleza” a la condición indispensable de producción y reproducción de
la vida del mundo humano y no humano, ósea con la relación metabólica que Marx
afirma “la naturaleza está vinculada consigo misma, puesto que el hombre es
parte de la naturaleza” (Pineda, 2018 :133), y no ha de ser percibido como una
cuestión en donde la primacía del sujeto natural hombre está por encima de los
demás elementos de la biosfera, siendo esta última la versión clásica pre y
posindustrial tradicional por la que se entendía el dominio natural del mundo,
siendo una visión clásica del mundo en conflicto y antropocéntrica, hoy por
hoy, sabemos que la naturaleza está en una constate batalla de resistencia, que
ha demostrado tener las herramientas para una y otra vez decirnos que no somos
sus dueños ni amos ni señores, y que, aunque hayamos superado una fracción de
las barreras cognitivas quedan camino por andar.
Antes de la pandemia los delitos ecológicos y
violaciones de los derechos humanos se habían mantenido constantes, no es que
con la pandemia los conflictos fueran descubiertos, pero las consideraciones a
la vida si se pusieron en la mesa de discusión. ¿Qué ambiente queremos y que
tenemos?, además de mencionar que las amenazas por la defensa del territorio,
los ecosistemas y la biodiversidad estaba dejando secuelas y ahondando más los conflictos
de diferentes indoles que se registraban y registran en el diario vivir, desde
el acceso a un ambiente libre de contaminantes hasta la protección de especies
en peligro de extinción.
Los conflictos más recurrentes eran y siguen
siendo los de acceso al agua potable, la deforestación y la tala ilegal, así
como la minería entre otros conflictos menos recurrentes. Evidentemente que con
el llegar de la crisis sanitaria esto no desapareció, sino que al contrario se
agravo. La Carta Magna de Panamá en sus artículos 118 y 119 estipulan que es
responsabilidad y prioridad del Estado propiciar y promover un ambiente sano y
adecuado para el desarrollo y desenvolvimiento de las capacidades de su
población. Pero como veremos más adelante, el país ha dado salto en retroceso
en materia ambiental de acuerdo a los indicadores internacionales. En febrero
del 2020 en el programa radar, la señora Mercedes Eleta de Brenes expulso una
frase que al día de hoy es muestra de ese sentir y repugnancia que demuestran
las clases del poder económico frente a las clases más empobrecidas del país
que no tienen acceso a los servicios más elementales como es el agua. “Quieres
agua, ve al río y búscala” sería una frase que quedaría marcada para la
historia espuria por su completa desconexión, cinismo moral y aversión a cualquier
principio ético de la vida y empatía hacia los demás. Sabiendo que en Panamá
del total 25. 48%[5]
del agua utilizada, el 0.32% es para el consumo humano y el resto se va en
transporte (Canal de Panamá), energía, turismo recreativo, seguridad
alimentaria entre otros. Es un cinismo que solo encierra una postura mercantil
y transitista por encima de la vida humana.
De los conflictos que se han ocasionado solo en
el último año de la pandemia, tenemos que el 64.1% se deben a protestas por
escases de agua[6] y
desabastecimiento en las periferias de la ciudad de Panamá, en donde las llamadas
ciudad dormitorios se han quintuplicado, incrementado con esto la demanda y
acceso a el vital líquido.
Si vemos las noticias de los últimos 12 meses
del año 2020, encontraremos que los conflictos de orden ambiental son los que han
predominando mayormente, los cuales se ven reflejados en cierres de calles y
otras formas de protestas. Pareciera que son los que menos importan, para el
capital, sin duda, en primer lugar, es como se ha percibido el tema ambiental y
como ha sido traducido a la población como un problema generado por otros. De
igual forma quienes son los actores primarios y los actores secundarios y
quienes sobresalen en los conflictos ha sido parte de toda esta retorica a la
hora de abordar el tema.
Desde que el capital económico comenzó a diversificar
rentabilidades con la naturaleza, el tema ha tomado diferentes perspectivas,
desde lo que defiende la misma, hasta los que, aprovechándose de un grado de
formación por encima de la media, tienden a obtener ganancias de la misma hacen
parecer que estarían del lado del cuidado y la conservación con un pensamiento
progresista. Del otro lado, estarían los que, sin criticar el modelo de consumo
ni cambiar los hábitos consideran que las acciones eco-frendly ayudan a
mitigar las embestidas del capital.
Consecuentemente a esto, uno de los mayores
retos sigue siendo poder traducir el lenguaje de protección y conservación
ambiental bajarlo del pedestal “yeye” y transmitirlo de forma directa a gran
parte de la población buscando sensibilizar a los actores principales, quienes
son los primeros que reciben las consecuencias de los malos manejos ambientales,
así como visibilizar la importancia que estos tienen en cuanto a su vinculación
y participación en las decisiones políticas no solo desde la gobernanza sino también
en la veeduría, fiscalización y toma de decisiones, no quiero decir que no
existan ya “comunidades de artesanos” (Santos, 2018, ) que dialoguen con las
nuevas generaciones sobre el hecho de revertir de alguna manera los daños ya ocasionados
al ecosistema, la vida y el planeta desde lo local pensando global.
Fig. 1. Delitos ecológicos en Panamá por
distrito judicial y provincia.
Fuente: Contraloría, INEC.
En la figura N. 1, se puede apreciar la
distribución de los delitos cometidos desde el 2015 al 2019, respecto a los
distritos judiciales y la provincia, sale a relucir en la información
desglosada que los casos más recurrentes son los maltrato a animales domésticos
40%, contra el recurso natural 42%, en tramitación y cumplimiento
urbanístico 3% y un 15% en cuanto a delitos contra la vida silvestre.
En el 2020 además, se dio a conocer la
valoración EPI, el cual es una valoración de desempeño ambiental, por sus
siglas en ingles EPI, el cual mide las mejoras o retrocesos a nivel global de
los países en materia de salud ambiental y vitalidad de los ecosistemas, si
comparáramos el EPI del 2016 con el del 2020, podríamos ver que Panamá tuvo una
desmejora sustancial de alrededor de 30.7%, relacionado con la calidad
ambiental, dejando un indicativo que pone en riesgo los adelantos que se
habrían hecho en su momento relacionado con la protección a la biodiversidad,
la protección de los mares, el cambio climático entre otros.
Fig. 2, Perfil País.
Fuente: EPI, 2020
Se presenta una gradual desmejora en cuanto
relación ambiental en Panamá, tomando en cuenta el impacto que acarrea en sí la
pandemia y las consecuencias medioambientales podemos determinar que los
niveles de contaminación a las aguas, la deforestación y otros elementos
asociados se verán incrementados. El EPI nos muestra además, unos porcentajes
por debajo de la media regional y global respectivamente en materia de agua,
agricultura y biodiversidad (Ver figura Nº 3), por otro lado, de acuerdo con
los indicadores, Panamá estaría mejorando progresivamente en relación con la
calidad del aire, esto podemos interpretarlo en relación directa con la entrada
en funcionamiento del metro de Panamá, así como el cambio en el sistema de
transporte público masivo de los llamados “diablos rojos” por un sistema con
menos emisiones de CO2.
Fig. 3, Valoración País.
Fuente: EPI, 2020
Las emisiones de gases de efecto invernadero
habrían disminuido en relación con la media regional y global, teniendo en
cuenta que a tan solo unos años se han hecho transformaciones en el sistema de
movilidad local, aún falta seguir monitoreando los mecanismos de información y
difusión para conocer el comportamiento de estos valores en los siguientes años.
¿Qué hemos aprendido?
Con esta pregunta que de por cierto es inacabada y que
podría reformularse y volverse interminable en cada situación que nos atañe
como humanos, quiero hacer repaso a una seria de situaciones que posiblemente
sean elementos a considerar en un futuro no tan lejano, debido a que todos los
factores que creemos distantes relacionados con el aceleramiento climático se
hacen cada vez más posibles y evidentes. Quiero dividir esta sección en cinco
partes que posiblemente ayuden a entender un poco los aprendizajes que
considero se pueden apreciar desde la esfera de lo social, lo económico,
político, cultural y ambiental.
Desde lo social: Lo nuevos retos traen nuevas
reflexiones y otras ideas de humanidad, como sociedad global, las inequidades y
desigualdades posiblemente se empeoren, teniendo en cuenta que las crisis
climáticas no se detienen, vendrán una serie de transformaciones a nivel de
consumo y producción que modificaran los comportamientos y las formas de
entender lo humano. Posiblemente se repliquen más acciones de solidaridad,
empatía y apoyo mutuo algo que ya se pudo percibir durante los primeros meses
del 2020.
Desde lo económico: Nuevas hegemonías económicas se posicionarán
en la región y en el mundo, de acuerdo con la CEPAL en un informe económico
presentado en el 2020-2021 las economías chinas y del sur, serían las únicas
que crecerían en un porcentaje relativamente modesto. En Panamá, la situación
del desempleo, el incremento de la informalidad laboral y la flexibilización
laboral se verán acrecentadas en los siguientes meses/años, trayendo como
consecuencias un corolario de conflictos de orden sistémico/estructural y
ambiental.
Desde lo político: Nuevos actores en la geopolítica
del mundo, al estar las economías en retroceso las pocas economías victoriosas
necesitaran más commodities e insumos para acelerar el proceso de
producción capital con consecuencias desastrosas para el cambio climático. En
Panamá, los actores políticos se alinean en la misma mesa, pero sin un plan de
país, algunas reuniones y un pacto del bicentenario que entra en vigencia pero
que no llega a determinar un Plan de País.
Desde lo cultural: Igual que en lo social, considero
que los cambios deben darse a positivo, reducir el consumo de materias primas,
buscar optimizar los procesos que nos han traído al día de hoy beneficios
tecnológicos pero que también nos acercan cada vez más al despeñadero climático,
reforzar los valores y principios de amor por la Pachamama, Gaia, Akna, un poco
de espiritualidad con conciencia social no está demás.
Desde lo ambiental: En este punto considero que entra en juego
todo el receptáculo de aprendizajes que nos puedan conllevar a nuevos saberes,
a retomar las líneas de conexión con lo comunitario, lo organizacional, la
siembra colectiva, el reducir el consumo de materias primas, y orientar los
caminos por procesos de transformación en la ecología política y las trasformaciones
que se avecinan. No esta demás mencionar que cada vez hay más personas que
adoptan la vía de la transformación y la búsqueda de un equilibrio de
aprendizaje, que una pandemia nos haya enseñado quizás por momentos, lo
valiosos de estar en movimiento y ser libre.
Conclusiones
La pandemia no se muestra como un elemento irruptor de
la sociedad capitalista del siglo XXI, puesto que, aunque pareciera lo
contrario, el otro capital, el no productor de bienes ni materias de consumo
sino el capital transaccionario, ese capital especulativo sigue andando y
engrasando su maquinaria a medida que la pandemia continúa extendiéndose por el
mundo. Sería una ingenuidad pensar en el fin del capitalismo tal cual, cuando
la recomposición del mismo se ajusta a los modelos de cambio global. Solo en
los últimos años, las transferencias financieras a nivel global superaron 329%
a todos los activos financieros existentes globalmente en todos los tiempos.
¿Qué significa esto? Que el capital especulativo, ese que no produce ni un solo
tornillo, ni una sola llanta, ni un solo grano de arroz tienen una
reconfiguración abismal en las vidas de las personas y se refuerza mucho más
con la pandemia. Los efectos sobre el cambio climático lo veremos con mayor
fuerza acelerándolo y repercutiendo sobre la vida de las personas, comunidades
y países más empobrecidos globalmente. En Panamá, la situación no se presenta
muy alentadora en cuanto al retroceso que puedan tener ambientalmente nuestro
país, vemos que los casos de conflictos por el acceso al agua para el consumo
humano son ampliamente recurrentes, las comunidades salen a protestar porque la
urgencia lo amerita, en el país donde hay más agua que habitantes pero que en
su distribución los más empobrecidos son los que menos reciben el vital
líquido.
En cuanto a la gobernanza ambiental, las experiencias nos deben orientar a crear políticas y planes de larga duración donde no se vea las problemáticas ministeriales como parte de determinada unidad administradora teniendo en cuenta que una buena gobernanza no implica una unidad administradora sino un mesa de trabajo con todas las instancias administrativas o en su defecto un plan de luces largas que nos ayuden a mantener una ruta de desarrollo para y por las comunidades, barrios populares y ciudadanos que puedan optar por un mejor ambiente una mayor participación a nivel social y ambiental. Pareciera mucho pedir, pero por lo poco se empieza, con las juntas de desarrollo local ya sería un inicio, que todas las comunidades, corregimientos tengan reglamentadas sus JDL, ya sería un buen comienzo y por último que se respete el derecho al acceso a la información a exigir a las instancias ministeriales la información veraz, clara y en el tiempo que la ley lo determina, puesto que un país sin datos es un país ciego, sordo y mudo.
Bibliografía
Benedicte, B., Aguilar-Støen, 2015, “Gobernanza
ambiental en América Latina”, Cambios en las elites, instituciones y gobernanza
ambiental, ¿Hacia un nuevo paradigma?, coord. Fabio de Castro, Barbara
Hogenboom y Michiel Baud, Buenos Aires, CLACSO.
Entrevista a Guillermo Castro, 2021,
Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental, SOLCHA, enlace en: https://www.halacsolcha.org/index.php/halac/article/view/523/474
Pineda, C., 2018, “América Latina:
expansión capitalista, conflictos sociales y ecológicos”, El despliegue del
capital sobre la naturaleza, editores; Hernán Cuevas Valenzuela, Dasten
Julian, Jorge Rojas, Santiago de Chile,
Reyes, P., 2020, “Energía y Crisis
civilizatoria”, en Revista Alainet, Crisis civilizatoria: antesala al colapso,
N. 550, octubre. pp. 8-11
Sousa Santos,
B., 2018, “O fim do imperio cognitivo”, Coimbra, editorial Almedina.
Schönrock, Ph., Surasky, J., 2020, “La
dimensión ambiental de la gobernanza de la agenda 2030 en América Latina y el
Caribe”, PNUMA.
[1] El termino sindemia comenzó a usarse con mayor fuerza en el 2020, sin embargo, ya existía en la jerga médica desde hace un tiempo para dar a entender la suma de afectaciones en un cuerpo, en este sentido entiéndase sindemia en ciencias sociales como la acumulación de inequidades y consecuencias que desencadenan en conflictos sociales, ambientales, culturales, políticos y económicos incrementando los existentes.
[2] En enlace de la entrevista está disponible en la bibliografía.
[3] El principio 10 de la Declaración de Río especifica que las
comunidades o personas deben poder tener acceso a la información relacionada
con proyectos, informes, documentos y demás públicos. Así como los Estados
deben facilitar ese acceso y participación, fomentando la sensibilización y la
participación de la población.
[4] Recomiendo la obra: Geopolítica e Integración en el Gran Caribe.
Alcances y desafíos, de Nayar López Castellanos, con el artículo; Panamá y el
Gran Caribe: modelo de desarrollo e integración fallida, autores: Dídimo
Castillo y Nallely Zetina Nava. UNAM, 2019.
[5] Ver el PNSH, Plan
Nacional de Seguridad Hídrica, 2015-2050 que está disponible en la web.
[6] Ver el boletín Nº 2 mayo-agosto 2020, del Observatorio de Conflictividades Socioambientales, elaborado por el CIFHU-OBPAS
Enlace original en:
https://www.revistas.up.ac.pa/index.php/rev_pma_ciencias_sociales/article/view/2189/2028
Enlace revista completa:
Accidentalmente he caído en este artículo y estoy agradecido por ésto. Claro, interesante, informativo, reflexivo, reflexionable, pleno. Si, pleno, gracias. Salud, Maestro.
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